Un viento helado y potente golpeaba los cascos de las pequeñas embarcaciones de pesca que se encontraban amarradas a un rocacho de piedra cortante y oscura. Toda la costa parecía estar hecha de lo mismo, junto a los guijarros de la playa. Las barcas chocaban unas contra otras, mientras los hombres, pertrechados con pieles se cubrían de la incesante nieve lanzada por el viento. La playa estaba blanca, llena de nieve, y los árboles que parecían se cernían sobre el agua, se veían sometidos a aquel vendaval.
Kyrian se arrebujo en su capa, tiritando de frío, ya que no estaba acostumbrado a este tipo de clima. Se había criado en la frontera entre Hoth y Aurea, donde el clima era bastante más benigno.
Se giro para dar algunas órdenes pero nadie le escuchaba. Allí los Yainos, con sus gorros de piel vuelta y sus túnicas, parecían no sentir frío, y vaciaban los barcos vociferando entre ellos en su jerga, de la que solo conocía algunas palabras. Allí en la proa, erguido y orgulloso estaba su líder, Sokan.
Una mezcla de príncipe y bandido, había asegurado que podía reunir a las tribus de esta zona y crear un contingente Yaino. Y el embajador Solinor había accedido a ello. Por eso, estaba Kyrian aquí. Porque necesitaban de alguien de la Republica para contactar con otro contingente de Kaising.
Tras un par de horas de descarga y gritos en Yaino, el desenvainado de un sinfín de cuchillo, la discusión por esto o aquello, el contingente se puso en marcha. Curiosamente la marcha fue completamente sigilosa. Se impuso entre los Yainos un silencio absoluto, apenas se les oía avanzar entre la nieve. Solo Kyrian y sus dos escoltas hacían ruido, sobretodo estos dos últimos, con sus cotas puestas bajo las pieles, y con el tintineo propio de sus armas.
La marcha discurría a lo largo de un río ahora helado, cuyo nombre desconocía, y según le había dicho Sokan, avanzarían hasta una aldea donde contactarían con su hermano, el cual decían, era una especie de jefe tribal, que había luchado contra los gobernantes anteriores, pues habían oprimido a este pueblo casi nómada para que se unieran a ellos como soldados.
Esta tierra era un yermo helado. Solo nieve y bosques por los que era difícil avanzar. Pero Sokan hablaba de que mas allá de las tierras de los Yainos había estepas donde los caballos vivían salvajes a millares, en un mar de pastos verdes, había montañas escarpadas, y ríos que no se helaban. O que incluso había zonas donde en invierno no había nieve. Omitió hablarle de Horniara.
Tras bastantes horas de avanzar, en mitad de la noche, llegaron a lo que parecía un gran claro en mitad del bosque y allí se oían voces y se vislumbraban formas y luces. Según parece habían llegado a la aldea que había sido marcada como punto de encuentro.
Los guardias les saludaron abrazando a sus compatriotas, pues ya sabían de su llegada. Por lo que parece, algunos exploradores les habían visto llegar y habían seguido desde la misma playa. Por lo visto los Yainos eran gente muy sigilosa, al menos, cuando querían.
Kyrian esperaba llegar a una aldea pestilente, y esta era poco más que eso, pero poseía algunos parapetos de madera para la defensa, estaba atestada de gente armada, y se veía repleta de suministros. Por lo visto ya se estaban preparando para entrar en acción.
Un hombre hablo un rato con Sokan, se abrazaron y luego intercambiaran un odre de pellejo. Sokan se acerco hacia Kyrian y le dio el odre.
-bebe, te vendrá bien para el frío.-dijo el Yaino con un marcado acento áspero.
Kyrian se llevo el odre a la boca y bebió un líquido marrón de sabor acre y alcohólico. Momentos después la boca, garganta y estomago le ardían.
Sokan rió. – la cosa esta preparada. Algunos de los tuyos ya están aquí. En la tienda grande, allí. Búscalos.- dicho esto se marcho.
Los guardias le dejaron entrar en una especie de tienda circular inmensa, y dentro había un humo espeso y agrio, y gran cantidad de personas arremolinadas sobre una mesa. Unos armados, otros no. De repente los ojos se clavaron sobre el por unos instantes.
Tras un largo espacio de incomodidad, una figura alta y bien equipada se levanto.
-vaya, creo que el enlace que llevaba a los rebeldes debes de ser tu- bramo – ven, siéntate a darnos tu informe.
Todo el mundo volvió a mirar la mesa, donde un mapa algo tosco de Yagatai se encontraba cubierto de figuras y piezas, donde la estrategia para esta campaña se estaba planeando. Solo después descubrió los rostros de muchos de los allí reunidos, como compatriotas suyos.
Se hablaba de guerra, de logística y de estrategias, y por un momento fue consciente de que estaba en medio de una guerra.
Fue la calma antes de la tormenta.
Sokan Altair |
Kyrian |